El Regreso a Clases. Porqué y Cómo
Dr. Pedro J. Cullen
En diciembre de 2019 se detectaron los primeros casos en China de la enfermedad hoy conocida como COVID-19 causada por el virus SARS-CoV-2. Desde enero de 2020 se suspendieron clases en todo el mundo conforme el virus fue llegando a cada país donde se adoptaron diferentes estrategias para reducir la afectación lo más posible. De acuerdo a un estudio de UNICEF, cerca de 214 millones de niños (1 de cada 7 globalmente) han perdido más de 2 terceras partes de su educación. Aunque cada país e incluso cada escuela ha logrado organizar educación a distancia, se sabe que la interacción con otros niños y con maestros directamente es tan importante como la impartición de clases en sí. Actualmente 141 naciones ya han reabierto escuelas en alguna forma presencial. La UNICEF y la UNESCO han sido enfáticos en la necesidad de regresar a clases presenciales desde principios de 2021 e incluso han hecho esfuerzos con el Banco Mundial para proveer de recursos a distintos países para lograr este objetivo de manera segura. La experiencia en los países que han reabierto sugiere que las escuelas son de muy bajo riesgo de transmisión comparado con el resto de las actividades económicas si se observan algunas medidas de mitigación. Debido a las experiencias de baja transmisión en países que abrieron incluso antes de las campañas de vacunación y en presencia de alta transmisión comunitaria, la UNICEF sugiere que los sistemas educativos ya no tienen razones para esperar más a la apertura escolar. España es, entre los países de la OCDE, el que menos clases presenciales ha perdido a lo largo de la pandemia y se ha demostrado que los mayores contagios suceden en periodos vacacionales.
En México las escuelas y universidades cesaron actividades desde mediados de marzo de 2020 y, aunque ciertas instituciones de educación superior regresaron a las aulas desde enero y algunas escuelas tuvieron un breve regreso en junio de 2021, el grueso de la población escolar sigue sin clases presenciales. Se sabe que esto ha afectado negativamente la educación de 25.4 millones de alumnos de educación básica y al menos 5.4 millones en educación media superior, lo que pone en riesgo el bienestar actual y futuro de toda una generación.
Se sabe por datos en distintos países que de todos los contagios por COVID-19, el 8.5% son en menores de 18 años y relativamente pocas muertes en este grupo de edad comparado con otros grupos de edad. Aunque existen numerosos casos de enfermedad grave en niños, la proporción de niños graves es mucho menor que la proporción de adultos graves, incluyendo el síndrome inflamatorio multisistémico relacionado a COVID-19 conocido como PIMS. Aún no se comprende del todo que tan contagiosos son los niños con respecto a los adultos en relación a COVID-19 pero datos de estudios donde las escuelas abrieron hace varios meses sugieren que la apertura de escuelas no se asocia a un aumento en los contagios a nivel comunitario.
Existen numerosos riesgos asociados a mantener las escuelas cerradas:
1) De acuerdo a la encuesta ENCOVID 19 realizada por UNICEF y diversas instituciones académicas, el principal riesgo es una interrupción del aprendizaje ya que solo 39% de los alumnos en México cuenta con conexión estable a internet.
2) El riesgo de abandono escolar aumenta significativamente cuando las clases no son presenciales tanto por el rezago educativo inherente a la educación a distancia como por los efectos de la crisis económica causada por la pandemia.
3) El rezago en el desarrollo infantil aumenta significativamente al no haber actividades lúdicas y de relación con otros niños, que son indispensables en el aprendizaje de los alumnos más pequeños.
4) La violencia en casa aumenta al tener que implementar medidas disciplinarias para contener a los alumnos que no están acostumbrados a estar encerrados y aislados de personas de su misma edad.
5) Debido a la falta natural de supervisión y el aumento de la presencia de niños y niñas en línea y por tanto en redes sociales, el ciber acoso y la violencia en línea ha aumentado de manera significativa desde el inicio de la pandemia.
6) El bienestar físico se ha visto afectado por el exceso de horas de pantalla y la falta de ejercicio, así como la alimentación de mala calidad que ello supone. La falta de socialización ha tenido efectos adversos en el bienestar psicológico también con lo que ha aumentado los casos de depresión y ansiedad. El establecimiento de la rutina de escuela debe ayudar a mitigar estos problemas.
Desde luego el inicio de clases presenciales no puede hacerse como si no hubiera pandemia. Es indispensable adoptar ciertas medidas de seguridad que han de implementarse por alumnos, padres de familia e instituciones. UNICEF, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) y la Academia Americana de Pediatría (AAP) de Estados Unidos hacen las siguientes recomendaciones:
- La vacunación es una medida de salud pública prioritaria. Si bien los menores de edad no pueden aun vacunarse, el personal de la escuela así como los padres o cuidadores deben estar universalmente vacunados.
- Uso de cubrebocas universal en todo el personal de la escuela y en todos los niños de 2 y más años al estar en espacios cerrados como salones de clases. Durante actividades al aire libre solo pueden estar sin cubrebocas si mantienen distancia de al menos 1 metro, lo que implica que en deportes de contacto debe usarse de manera obligatoria .
- Mantener al menos 1 metro de distancia entre alumnos al tomar clases en salones.
- Lavado de manos frecuente y/o uso de gel.
- Niños con síntomas sospechosos deben ser aislados inmediatamente y reportados a la escuela por parte de los padres de familia, así como realizar pruebas para seguimiento de casos y eventual cierre de salones.
- Ventilación adecuada en lo salones de clases lo que implica circulación y recambio frecuente de aire. Debido a que todos emitimos bióxido de carbono al respirar, la medición de este gas en el aire de los salones puede dar una idea de la adecuada ventilación. Sin embargo, los aparatos que miden esto deben ser constantemente calibrados.
- Las escuelas deben adaptar los protocolos a las necesidades especiales de algunos alumnos y deben tener flexibilidad para cambiar políticas de acuerdo al estado local de la pandemia o de los contagios que pudieran afectar a la comunidad escolar.
- Tamizaje con pruebas para detección oportuna de SARS-CoV-2 en personas asintomáticas, especialmente en aquellas no vaucnadas. Las pruebas pueden realizarse al azar una vez por semana al 10% de la comunidad escolar en momentos de alta transmisión comunitaria pero no se recomiendan cuando la transmisión es baja.
En conclusión:
- La afectación a la comunidad escolar por la ausencia de clases presenciales es ya insostenible, su inicio es indispensable.
- La actividad escolar es una de las que tiene menos riesgo de transmisión comunitaria comparado con otras actividades económicas, sobre todo si se realiza con adecuadas medidas de prevención.
- La falta de clases presenciales aumenta el riesgo de deserción escolar, resago de desarrollo, violencia familiar y ciber acoso, afectación al bienestar físico y psicológico.
- Para un seguro retorno a clases, es recomendable que:
o Adultos que rodean a los alumnos que incluyen maestros y personal de escuela, padres de familia y cuidadores estén plenamente vacunados.
o Uso universal de cubrebocas a partir de 2 años de edad.
o Sana distancia de al menos 1 metro entre alumnos.
o Higiene frecuente de manos.
o Ventilación garantizada en salones de clase.
o Aislamiento de casos por parte de los padres cuando alguien de la familia este con infección sospechada o confirmada y aviso inmediato a la escuela.
o En momentos de alta transmisión comunitaria, tamizaje para detección de casos asintomáticos.
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